martes, 1 de diciembre de 2009

CAPITULO 0

SIN (CIA) + REVISIONISMO CAPITULADOR


SIN SENDERO (Alerta Temprana)

Vladimiro Montesinos Torres, oficial del Ejército Peruano en retiro. Abogado y sociólogo graduado en la UNMSM y en Relaciones Públicas en la PUCP. Graduado en el Curso de Inteligencia Estratégica en la Escuela Superior de Inteligencia Nacional.
Se ha desempeñado como Asesor del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) durante el gobierno de Alberto Fujimori, en cuya administración se lograron la paz definitiva con Ecuador y la captura de los cabecillas de SL y del MRTA.
Ha conducido las operaciones de inteligencia que obtuvieron la capitulación de Abimael Guzmán y la división de Sendero Luminoso. Ha tenido la misión de proporcionar la inteligencia precisa, oportuna y eficaz que posibilitó el planeamiento y conducción de la operación militar “Chavín de Huantar” con la que se rescató a 72 rehenes de la residencia del embajador de Japón en Lima.
VLADIMIRO MONTESINOS TORRES
Ezer Editores
Primera Edición, Lima noviembre del 2009
Dedicatoria“A los heroicos miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional del Perú, en todos los niveles de comando y grados de subordinación, y a los integrantes de la Comunidad de Inteligencia, que codo a codo con las valerosas Rondas Campesinas y Comités de Autodefensa, actuaron bajo la dirección y conducción política del presidente Alberto Fujimori Fujimori, para enfrentar a las redes y coaliciones terroristas de Sendero Luminoso y el M.R.T.A. que venían desarrollando la Guerra Asimétrica como variable principal de la guerra de Cuarta Generación (4GW) contra el Estado peruano”.
Vladimiro Montesinos Torres Lima, 12 de Octubre de 2009
ÍNDICE
Prólogo 1
CAPÍTULO I
Antecedentes de la red terrorista Sendero Luminoso 21
CAPÍTULO II
Inicio de la lucha armada y la guerra asimétrica 29
CAPÍTULO III
Gobierno de los 80
A. Período de Fernando Belaunde Terry (1980-1985) 39
B. Período de Alan García Pérez (1985-1990) 53
CAPÍTULO IV
La Nueva Estrategia Contraterrorista de Alberto Fujimori Fujimori (1990-1995 y 1995-2000) 79
CAPÍTULO V
La captura de Abimael Guzmán Reinoso 109
CAPÍTULO VI
La capitulación de Abimael Guzmán Reinoso 157
CAPITULO VII
La división y la subsecuente ruptura orgánica de la red terrorista Sendero Luminoso 239
CAPÍTULO VIII
El asalto a la residencia del Embajador de Japón por un omando operativo del MRTA y el rescate de los rehenes con la Operación Militar Chavín de Huantar 361
CAPÍTULO IX
La captura de Óscar Ramírez Durand 445
CAPÍTULO X
Sendero Luminoso en el Siglo XXI 509
ANEXOS
Anexo 1: Siglas y Abreviaturas 609
Anexo 2: Definiciones de Inteligencia 613
Anexo 3: Conversación telefónica del 7 de febrero de 2000 entre Vladimiro Montesinos Torres con los dirigentes de SL, Osmán Morote Barrionuevo y María Pantoja Sánchez 621
Anexo 4: Evolución del accionar de la red terrorista Sendero Luminoso (1980-2009) 636
Anexo 5: Situación del Perú en 1991 y 1992 637
Anexo 6: Cuadro Estadístico de Acciones Terroristasa nivel Nacional (SL-TA) periodo de 1991 a 1997 638
Anexo 7: Delincuentes Terroristas capturadosa nivel Nacional. Periodo 1980-1991-1996 639
Anexo 8: Comparación del número de sentenciadospor delito de terrorismo antes y después dela Ley de Arrepentimiento 640
PRÓLOGO
No imaginé nunca escribir otro libro en las condiciones en que éste ha sido escrito, sin el auxilio, no ya de una computadora, ni de una modesta máquina de escribir. En pleno siglo XXI he redactado estas líneas a mano, como en tiempos pretéritos. Esto no tiene nada de romántico, quizá sí algo de gracioso e irónico.
Sin embargo, en medio de todas estas dificultades ha primado la intención, no por debatir académicamente, o dejar unas memorias de mi experiencia como oficial de Inteligencia, sino de dar una voz de alerta temprana frente a sucesos que se han venido produciendo en el país en lo que va del corriente siglo, y que configuran un peligroso proceso de reconstitución organizacional, operativo y doctrinario de la red terrorista Sendero Luminoso.Han transcurrido 17 años desde que la DINCOTE capturara al máximo cabecilla senderista, Abimael Guzmán Reinoso, y vemos que la guerra aún continúa, claro está, por otros medios, en los que el factor militar no es lo primordial. Ello no significa en modo alguno que los senderistas hayan abandonado la lucha armada, pues el nuevo esquema estratégico de “pasar de tiempos de guerra a tiempos de paz”, no implica de manera alguna claudicar o tener que dejar de combatir. Lo que sucede es que por ahora esta nueva estrategia les demanda cambiar las formas de lucha, y orientar sus esfuerzos a la implementación y consolidación de la Ofensiva Legal (OL); la Guerra Política (GP) y el Accionar de los Organismos de fachada (AOF).El Senderismo es paciente, y está observando la agudización de las contradicciones al interior del actual sistema, y por ende, la creación de condiciones objetivas y subjetivas para reiniciar con fuerza la lucha armada. De eso que no quepa la menor duda.En esa línea de pensamiento, el nuevo esquema estratégico de la Guerra Revolucionaria (GR) que nos presenta esta red terrorista en el siglo XXI, tiene como primer y más importante factor de la ecuación a la Ofensiva Legal (OL) que ha desatado contra el Estado peruano, seguido por el de la Guerra Política (GP) como el otro componente, y además la acción concertada de los Organismos de Fachada (AOF) como tercer factor complementario a los precedentes. Y finalmente por Acciones Terroristas y Guerrilleras (ATG), las cuales por ahora son esporádicas en determinadas áreas geográficas del país.
Por tanto, de la Guerra Revolucionaria (GR) que viene practicando, Sendero Luminoso —durante los nueve primeros años del siglo XXI— privilegia en ese orden los tres componentes no militares de la ecuación más que a las acciones terroristas y guerrilleras (ATG) que, momentáneamente, valga la redundancia, son todavía esporádicas y focalizadas en el Huallaga y el VRAE.La Ofensiva Legal (OL), que como primer factor de la ecuación viene desarrollando esta red terrorista contra el Estado peruano, se caracteriza por la inteligente utilización que hace —según el lenguaje marxista— de las entidades que conforman la superestructura estatal para maquiavélicamente debilitar a través de ellas al propio Estado y sus instituciones, a las que busca destruir a fin de poder construir —sin límite de tiempo— la República Popular de Nueva Democracia, e implantar el comunismo en el país.El primer gran objetivo de esta Ofensiva Legal (OL) senderista ha sido el progresivo y hábil desmontaje de toda la legislación en materia de lucha contra el terrorismo que se promulgara durante el gobierno del presidente Fujimori; esta legislación fue pieza clave de la estrategia integral que se implementó para hacer frente a las redes terroristas. ¿Cómo ha sido posible este desmontaje? Pues cuestionando la constitucionalidad de los decretos leyes que regulaban el delito de traición a la patria, en razón de que estos decretos atribuyen competencia a los tribunales militares para juzgara los civiles que hayan cometido dicho delito, lo que consideran dizque atentatorio del derecho al Juez Natural.Esta Ofensiva Legal (OL), ha producido el efecto deseado por los comandos y planificadores terroristas, ya que lograron la nulidad de todos los procesos seguidos ante el Fuero Privativo Militar por delito de traición a la patria, la libertad de cuadros importantes de su organización, la desarticulación y anulación del marco jurídico duro, que con carácter de transitoriedad se implementó para una situación de guerra durante el gobierno del presidente Fujimori. Estos mecanismos, que no son, por cierto, inconstitucionales, le arrebataban la iniciativa al aparato legal senderista denominado Asociación de Abogados Democráticos.Hoy día, Sendero Luminoso tiene toda la iniciativa legal de su parte, y el Estado peruano, insólitamente, se mantiene inerme y arrinconado, pues no hace nada para poder recuperarla. Aquí se cumple la frase que alguna vez escuchara de boca del propio Abimael Guzmán Reinoso cuando conversáramos sobre el tema del Estado. Para Guzmán el Estado peruano es metafóricamente hablando “un elefante metido dentro de un pantano”, o dicho con mayor ironía “es un elefante metido en una caja de cristal”. En ambos casos el elefante (entiéndase el Estado) no puede moverse. Eso es lo que pasa ahora.
Después de 17 años de la captura de Abimael Guzmán Reinoso, podemos constatar que Sendero Luminoso nunca estuvo paralizado, ya que durante todo este tiempo ha continuado desarrollando la Guerra Política (GP) en “nuevas y complejas situaciones” con el objetivo de poder acumular fuerzas a fin de seguir con la guerra popular, claro está, sin la presencia y conducción de Guzmán, pero en función de su “pensamiento guía”.Conforme a ello, todo indica que Sendero Luminoso se encontraría preparando la realización de su segundo congreso partidario con los cuadros que gracias a la Ofensiva Legal (OL) tiene en libertad, y con aquellos que se mantuvieron en la clandestinidad, a fin de que en dicho evento —que es la expresión de la voluntad partidaria— se legitime a una nueva dirección y estructura del partido,poniendo así el punto final al periodo de inflexión, para luego reiniciar las operaciones después de la reconstitución partidaria, reitero, sin la presencia y dirección de Abimael Guzmán, pero bajo los lineamientos doctrinarios del “pensamiento Gonzalo”.
Ahora bien, ¿cuál ha sido la reacción del Estado peruano frente a este nuevo esquema de desarrollo de la Guerra Revolucionaria (GR) planteado y parcialmente ejecutado por la red terrorista Sendero Luminoso durante estos nueve primeros años del siglo XXI?Erróneamente se ha privilegiado —y se sigue haciéndolo hasta la actualidad— el cuarto factor de la ecuación, esto es, enfrentando militarmente, de manera prioritaria y exclusiva, a lo que es accesorio, es decir, a las Acciones Terroristas y Guerrilleras (ATG) senderistas que por ahora son esporádicas y están focalizadas en dos áreas geográficas del país, dejándose de lado —de manera incomprensible— los otros tres factores principales de la ecuación: la Ofensiva Legal (OL), la Guerra Política (GP) y el Accionar de los Organismos de Fachada (AOF) que hábilmente viene ejecutando Sendero Luminoso, valga la redundancia, prioritariamente. Esto sin percatarse, además, que al desarrollar a nivel nacional la Guerra Revolucionaria (GR) contra el Estado peruano, el senderismo coloca por ahora en un segundo plano las Acciones Terroristas y Guerrilleras (ATG).Frente a este modelo de Guerra Revolucionaria (GR), el Estado sólo responde militarmente en el Huallaga y en el VRAE, olvidándose del resto del territorio nacional, particularmente de la capital de la República, lugar donde esta red terrorista viene logrando, clandestinamente, un importante nivel de recomposición no militar de la organización. El privilegiar exclusivamente el factor militar de la lucha, en lugar de derrotar políticamente a Sendero Luminoso lo fortalece a éste, posibilita que ese enemigo interno se renueve doctrinariamente y, además, se envalentone por la debilidad del Estado y traiga en un futuro cercano más muerte y destrucción al país.¿Cómo están organizadas las Fuerzas Armadas peruanas para enfrentar esta, clase de guerra asimétrica?:La actual estructura organizacional, operativa y doctrinaria de las Fuerzas Armadas es la correcta y adecuada para cumplir con la finalidad primordial de garantizar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la República, vale decir para una posible guerra simétrica entre Estados, en la que se confronte el potencial militar de cada país. Para ese tipo de conflicto que corresponde a la fase de Guerra de Tercera Generación (3GW), la Seguridad Nacional reposa en la eficaz cooperación y la interoperabilidad que puedan alcanzar las respectivas instituciones armadas para la ejecución de operaciones militares conjuntas.Sin embargo, para atender la problemática que se viene presentando en el frente interno tenemos que previamente saber y comprender que estamos ante otro tipo de guerra, totalmente diferente a la simétrica entre Estados. Las Fuerzas Armadas no se enfrentan a otro ejército regular, sino que tiene que hacerlo cóntra otra clase de entidades. Se sigue olvidando lo más importante: que la red terrorista Sendero Luminoso era, es y seguirá siendo como enemigo un actor no estatal interno, predominantemente clandestino y asimétrico, motivado ideológicamente, y que viene operando en estrecha alianza táctica con las redes del narcotráfico formando coaliciones que coordinan entre sí sus acciones contra un enemigo común: el Estado peruano.Estos actores no estatales utilizan diversos factores como el engaño, la sorpresa, la velocidad, el movimiento, el empleo de armas de forma inesperada para tratar de alterar sustancialmente el escenario del enfrentamiento rompiendo todos los paradigmas y principios de la guerra. Es en este escenario que el Estado debe enfrentar a toda una conjunción estratégica de actores asimétricos en que no hay frente de batalla definido, pues el campo de batalla es el conjunto de la sociedad y donde no se distingue lo civil de lo militar ni la paz de la guerra.Se persiste en cometer los mismos errores de la década de los 80, pues todavía la mentalidad militar prevaleciente es propia de Guerra de Tercera Generación (3GW) y eso la impele a emplear fuerzas simétricas para enfrentarse con actores asimétricos. Es decir, no se ha producido el tránsito organizacional hacia una perspectiva adecuada a una estrategia de Guerra de Cuarta Generación (4GW), ni menos se ha diseñado la doctrina a aplicar en esta clase de guerra, lo cual vislumbra en el futuro reveses operacionales que se traducirán como siempre en lamentables “papelones” institucionales. De ahí el fracaso, pues prima, una vez más, la deformación profesional frente a estas nuevas corrientes o tendencias doctrinarias que deberían ser materia de estudio y análisis en la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas y en los diversos Estados Mayores como en la Comunidad de Inteligencia.
Prioritariamente se debe redefinir la actual estructura organizacional de las Fuerzas Armadas para adecuarla a esta clase de guerra asimétrica que como variable principal de la 4GW viene practicando la red terrorista Sendero Luminoso contra el Estado peruano. Paralelamente a ello, tiene que diseñarse la nueva doctrina que a de regir el empleo de la fuerza, de modo que la planificación y ejecución de las operaciones militares estén enmarcadas dentro de los criterios rectores que norman los conflictos asimétricos. Sólo de esta manera se podrá enfrentar adecuadamente a estos actores no estatales internos y asimétricos que son predominantemente clandestinos y para los cuales la primera regla es que no hay reglas, hecho que deberíamos considerar y debiera causarnos preocupación por sus efectos letales y espectaculares.Es por eso que estoy ahora —con esta obra— cumpliendo con mi objetivo esencial: plantear las ideas y propuestas de solución en torno a este tema y difundirlas. Y lo he hecho gracias al apoyo invalorable de Estela Valdivia Álvarez y de amigos que se han tomado la molestia de leer los manuscritos, digitalizarlos luego y entregar más tarde el material a las prensas.Más allá de cualquier anécdota, la inquietud por buscar la verdad está presente en todos los hombres y en todos los tiempos. Y tal es la fuerza que nos mueve a encontrarla, por esquiva que se muestre, que al final la hallamos.
Hay una verdad sepultada en el Perú, y es aquella que han desaparecido y enterrado todos aquellos a los que el odio, el revanchismo, la venganza y un sinfín de pasiones e intereses subalternos han esclavizado.Los autores de este pretendido vericidio han inventado una historia que jamás ocurrió. Hay que reconocer que lo han hecho con maestría, digna de mejor causa. Han mostrado al mundo no mentiras, que hubieran podido descubrirse fácilmente, sino medias verdades, verdades tergiversadas, exageraciones y efectos conocidos de la propaganda política y de las técnicas sicosociales.La verdad sobre la Pacificación Nacional en el Perú ha quedado, pues, sepultada bajo todos estos recursos del mayor cinismo y por un desvergonzado desinterés por el futuro del Perú.El maniqueísmo delata a los aprendices de vericidas. Según ellos, en el Perú de los 90 dos sanguinarios personajes —Fujimori y Montesinos— montaron un Estado policiaco y brutal que copió, e incluso superó, la brutalidad de los terroristas, que de pronto se convirtieron de victimarios en víctimas del terrorismo de Estado. Según esta novelesca y fantástica versión que ha avalado una “Comisión de la Verdad”, el gobierno de Alberto Fujimori no se diferenció de otros gobiernos que en América del Sur lucharon contra la subversión en la década de los setenta; incluso, de acuerdo a estas estimaciones el Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional podría ser comparable a regímenes anticomunistas como el de Suharto, que terminó con la vida de un millón de comunistas. O sea, Fujimori está en el rango de Suharto o Milosevic.
Si esto no es delirio, ¿qué es?En el Perú, el 99 por ciento de la cúpula terrorista fue a parar a prisión. Como uno de los encargados en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) de la Pacificación Nacional, jamás utilicé métodos vedados como aplicar una picana eléctrica, ahogamientos simulados en los interrogatorios, la privación de alimentos y de sueño, las humillaciones sexuales, la exposición a temperaturas extremas, la desnudez, la sujeción a posiciones forzadas por periodos prolongados, como se utiliza en Afganistán contra miembros de la red terrorista Al Qaeda, a fin de obtener información, no sólo porque son procedimientos inmorales, sino, por sobre todo, arcaicos, primitivos, innecesarios, inútiles, estúpidos e indignos de quien se consideraba, y se considera, a sí mismo, un hombre de Inteligencia anclado en su época. Desde luego, la caricatura que se ha hecho de mi persona, con alevosía, ventaja y cinismo, me muestra como un pedestre violador de los derechos humanos.A través de las páginas de este libro no pretendo defenderme solamente de tan abusiva, arbitraria y falsa caracterización, sino “desasnar” caricaturistas, que ignoran, o pretenden ignorar, todo el largo proceso de conversaciones que llevé a cabo personalmente con los principales líderes de Sendero Luminoso y que culminó con la capitulación de Abimael Guzmán. El señor Guzmán nunca fue torturado o drogado u obligado a autohumillarse. Con él y la cúpula de su organización, sostuve reuniones en las que se debatía dialécticamente, y en que finalmente se obtuvo, por fuerza de la razón dialéctica, la capitulación de Abimael Guzmán y compañía y posteriormente la ruptura orgánica de Sendero Luminoso al escindirse en dos bloques antagónicos entre sí. Entonces pregunto: ¿Dónde está el reino del terror?Hacia 1994 algún sector de la oposición política del Perú criticaba al Gobierno de Fujimori, y a mi persona particularmente, de tratar extrañamente a Abimael Guzmán, porque se le llevaba una torta ya sea por su cumpleaños o por el de la señora Elena Iparraguirre, y porque, en el contexto de las conversaciones para la capitulación senderista y en búsqueda de provocar la división de dicha red terrorista se otorgaba algunas granjerías al “presidente Gonzalo” y a la “camarada Miriam” como parte de una estrategia para lograr estos dos objetivos de inteligencia.¿Cómo se conjuga esta situación de quien ha sido satanizado hasta el absurdo —Vladimiro Montesinos— con un proceder como el descrito? ¿Dónde está la estrategia antiterrorista y la esencia de la política de Estado contra el terror? En este proceso de conversaciones que ejemplifica el modo como se actuó en el SIN para consolidar la pacificación, o en los casos aislados y repudiables de Barrios Altos y La Cantuta?¿Puede alguien en su sano juicio pensar, por otra parte, que en una larga guerra de más de veinte años no puedan ocurrir casosaislados, aberraciones que no son parte de una política clara y conocida? Esos hechos ocurren en toda guerra y nadie puede inferir por ello que existe una doble política: que por un lado se converse con la cabeza (Guzmán) y por otra parte se aliente eliminaciones extrajudiciales.
Los casos de Barrios Altos y La Cantuta serían, efectivamente, episodios de una guerra sucia llevada a cabo por el Estado, si éste habría demostrado igual comportamiento con personajes terroristas de gran importancia y nivel, empezando por Abimael Guzmán y Víctor Polay, cabecillas de Sendero Luminoso y el MRTA, respectivamente. Es lo lógico.Pero estos caballeros y los principales cabecillas de ambas redes terroristas están vivitos y coleando y ninguno de ellos se ha quejado de tratos inhumanos, salvo que así se considere a la cadena perpetua y sus consecuencias penitenciarias. ¿Dónde está, entonces, la doble política?Política antiterrorista —durante el gobierno del presidente Fujimori— ha habido una sola y absolutamente respetuosa de los derechos humanos. Y que lo digan, repetimos, la cúpula terrorista, los miles de arrepentidos, los miles de acusados liberados durante los gobiernos de Paniagua y Toledo. ¿Qué habrían pensado de esto Pinochet, Videla, Trujillo, Suharto, Milosevic? Se habrían, sin duda, horrorizado, al ver aplicar una política que preservó la vida de las cabezas del terrorismo peruano.Si ha habido una sola política antiterrorista y ella ha sido respetuosa de la vida humana, los casos como los de Barrios Altos y La Cantuta, son excepción de la regla. ¿O es que alguien cree que la obra humana es perfecta?
Es casi imposible pensar, repito, que en una guerra interna como la que vivimos, no se hayan producido desbordes aberrantes y por cierto repudiables. ¿Quién es culpable de ellos? No quien dirige la gran política del Estado, que no puede controlar miles de operaciones de las fuerzas armadas, que no puede conocer ni controlar el miedo, la venganza, el descontrol emocional y el “psicososearse” de las tropas o de los propios oficiales. Los combatientes no son marionetas que puedan manejarse desde Palacio de Gobierno o desde el SIN.Uno de los objetivos de este libro es desenterrar la verdad sobre la lucha que libró el régimen de Alberto Fujimori contra dos redes terroristas como Sendero Luminoso y el MRTA, y mostrarla tal cual es, a la opinión pública del Perú y el mundo. Mostrar que desde la perspectiva de la Guerra de Cuarta Generación (4GW) había que luchar desde un alto terreno moral, lo que implicaba una conjunción de ideas renovadoras en el campo de la Inteligencia y tecnología adecuada a las circunstancias.En este combate de diez años (1990-2000) contra dos redes terroristas abiertamente criminales y asociadas tácticamente al narcotráfico (formando coaliciones) es vital la participación de la DINCOTE y del SIN, institución esta última en la que como oficial de Inteligencia tuve la delicada misión de contribuir a organizar y hacer que funcione como el “sistema inmunológico” del Estado agredido –el Perú. Quieran reconocerlo, o no, los enemigos y los obcecados, ese “sistema inmunológico”, el Sistema de Inteligencia Nacional (SINA), funcionó. La Inteligencia en el Perú de los 90 pasó de viejos esquemas mentales a una visión estratégica moderna, capaz de enfrentar un fenómeno nuevo.
Soy, sin falsa modestia, el responsable de que ello ocurriera, pues luché denodadamente por convencer al presidente Fujimori de acabar con las políticas erróneas de los 80 y actuar con políticas integrales y respetuosas de los derechos humanos. No me costó trabajo convencer al Jefe de Estado porque él había llegado por doble vía a la misma conclusión. Esa doble vía era el sentido común y su visión de matemático, hombre familiarizado con la implacable lógica.Que esta defensa funcionó eficazmente contra el cáncer del terrorismo, que hacia 1990 hacia metástasis en gran parte del territorio, es algo que sólo pueden poner en duda, repito, los tontos útiles o los enemigos acérrimos, ya que los propios dirigentes senderistas han admitido que la puesta en marcha de una nueva estrategia antiterrorista a partir del arribo al poder de AlbertoPujimori devolvió al Estado la iniciativa y una fuerza que terminó por desarticular a Sendero Luminoso y el MRTA.Sin embargo, todo el paciente, fino y meticuloso trabajo realizado, todo el ingente aprendizaje logrado con la experiencia de luchar exitosamente contra un enemigo que libraba una guerra asimétrica como variable principal de la Guerra de Cuarta Generación, y desde luego, toda la eficacia de un Gobierno que supo concebir una estrategia realmente integral, se ha ocultado, satanizado y hasta caricaturizado. Una ejemplar política antiterrorista se ha convertido, por obra de una vasta conspiración orquestada por los organismos de fachada del terrorismo internacional, en una política sistemática para violar derechos humanos, en guerra sucia, en un régimen de terror.
Esa es la imagen que esta conspiración ha vendido, exitosamente, a la opinión pública nacional e internacional desde noviembre del año 2000.A estos organismos de fachada del terrorismo, más que a nadie, le interesaba desfigurar, caricaturizar, tergiversar groseramente la pacificación peruana. No puede haber ejemplos de éxito en la lucha contra el terror, hoy globalizado, especialmente después de los atentados del 11-S, el ataque terrorista contra las Torres Gemelas y el Pentágono que es a la fecha el más violento de la historia y que fue minuciosamente planificado por la red terrorista Al Qaeda bajo la dirección de su cabecilla Osama Bin Laden.
La derrota que sufriera el terror en el Perú tiene que neutralizarse. Es lo que han hecho estos años todas las organizaciones pro terroristas, librando una exitosa guerra de propaganda negra. A ella se han prestado por interés político obvio los enemigos de Fujimori; a ella se han prestado intelectuales que han hecho de la “defensa” de la democracia y los derechos humanos, un caballito de batalla que sirve a su ego y a su “prestigio” y que les reporta, además, algunos dividendos económicos.El Perú debe quitarse la venda de los ojos y ver cómo los mismos seudodefensores de derechos humanos, los organismosde fachada del terrorismo, y los tontos útiles han desmontado en el presente siglo toda la legislación en materia de lucha antiterrorista que se promulgara durante el régimen de Fujimori, así como pulverizado a la Justicia Militar reduciéndola a su más mínima expresión, y ver también cómo después de este trabajo sibilino se aprestan, ya convertidos en víctimas, a pasar a una etapa distinta de esta Ofensiva Legal. Esta Ofensiva Legal, ha sido exitosa gracias a los tontos útiles y también a los infiltrados dentro del aparato del Estado. Han logrado, nada menos, que someter a la justicia como victimarios a quienes han actuado y actúan en defensa del Estado y la Legalidad, desde el ex presidente Fujimori (condenado a veinticinco años de prisión sin prueba alguna) hasta el soldado que combate en el VRAE y que lo piensa dos veces antes de disparar en legítima defensa, porque puede ser llevado a los tribunales.La razón de esto no es, pues, sólo desenterrar la verdad y exhibirla a la luz del día para que peruanos y extranjeros saquen sus propias conclusiones, sino para que los peruanos nos pongamos en guardia frente a lo que no es un “rebrote” del terrorismo, como suele llamarse a la andanada de nuevos atentados y emboscadas criminales contra las fuerzas del orden –al mejor estilo de los 80. Lo que está aconteciendo es el fin de la hibernación de Sendero Luminoso. Ello porque esta red terrorista nunca abandonó la guerra, una guerra prolongada que ya lleva un cuarto de siglo. El proyecto totalitario y genocida continúa y prosperará en tanto el sistema político no sea capaz de reaccionar y continúe hundiéndose en medio de contradicciones internas, que es lo que sueña el senderismo.
Por ello es importante reconocer que la irrupción de Sendero Luminoso en la escena nacional es un hito de inmensa trascendencia histórica. Por primera vez en toda la historia de la República se pretende no sólo destruir el Estado, sino un modelo de vida, que a pesar de su imperfección ha venido siendo nuestro proyecto de identidad nacional: toda nuestra herencia cultural, un pasado de errática búsqueda de la felicidad colectiva, hechos gloriosos, la potencialidad de nuestro mestizaje.Sobre las cenizas de la “vieja sociedad”, Guzmán y sus seguidores planeaban construir un nuevo Estado y una nuevasociedad que reflejara, cabalmente, el pensamiento comunista en su vertiente contemporánea más radical: el marxismo-leninismomaoísmo-pensamiento “Gonzalo”. Esta sumatoria ideológica no posee otro ejemplo de realización material más que la Camboya de Pol Pot. Sendero Luminoso intentó, a partir de 1980, hacer realidad en el centro de América del Sur, en el Perú, un foco revolucionario de repercusión planetaria, de características similares a una de las más cruentas y espantosas experiencias revolucionarias de nuestros tiempos: la camboyana.
Así como Saloth Sar cambió su nombre por el de Pol Pot, Abimael Guzmán Reinoso cambió el suyo por el de “presidente Gonzalo”. Pol Pot luego de su arribo al poder proclamó el nacimiento de la Kampuchea Democrática y declaró el inicio del “año cero”. Su epígono andino iba a replicar, con toda seguridad, el demencial plan de empezar de “cero” destruyendo todo vestigio del pasado capitalista y semifeudal. Todos recordarán como las hordas senderistas acabaron sin remordimientos con empresas agropecuarias y agroindustriales, con fino ganado, con laboratorios, con maquinaria, que no sólo representaba cuantiosa pérdida material, sino retraso tecnológico para el país, Y recordarán, igualmente, que al desprecio generalizado por la vida humana se sumaba el odio que este grupo demencial exhibía contra quienes representaban la ciencia y tecnología al servicio del desarrollo; para ejemplo está el asesinato de un grupo de técnicos japoneses que realizaban un voluntariado en el norte de Lima; muchos técnicos extranjeros fueron víctimas de atentados y hostilización por el “gran pecado” de contribuir a mejorar las condiciones de vida de los campesinos pobres del Perú, por sembrar una semilla de esperanza en un país subdesarrollado y atrasado.No es improbable que siguiendo este guión del absurdo y la locura, se continuara destruyendo maquinarias y equipos y hasta quemar bibliotecas, como hizo el Monstruo de Camboya. Este llegó en su delirio a imponer el carro tirado por mulas y a prohibir el uso de medicamentos modernos, con el fin de “comenzar de cero”: reinventar máquinas y descubrir drogas, no depender de Occidente. Pol Pot hacía realidad, con la sangre de sus adversarios, su utopía: Camboya, Kampuchea, se aislaría del mundo, y, para cubrir sus necesidades reinventaría todo echando mano de la sabiduría popular. Era el costo que se debía pagar para permanecer a salvo de la peste capitalista y burguesa que todo lo contaminaba.
De esto nos libramos en los 90 y en este libro se describe, con precisión técnica, el sacrificadísimo trabajo de diez años en la Comunidad de Inteligencia y particularmente de todo el equipo de Inteligencia del SIN que tuve ami cargo, bajo la jefatura del general EP Julio Salazar Monroe, y en la etapa final del contralmirante AP Humberto Rozas Bouniccelli. El libro, empero, no tiene la pretensión de imponer ninguna versión, menos la mía, ni la del SIN, sino ofrecer, del modo más transparente, los hechos documentados, de lo que ocurrió, realidad que la fantasía conspirativa a cubierto con una mano.En este libro se relata, sin violar los protocolos de seguridad, guardando la reserva y manteniendo el carácter clasificado de los archivos del SINA, entretelones desconocidos de la lucha antiterrorista, que tras su lectura y apreciación evidencian que recién ahora puede empezar a tenerse idea de lo que realmente fue la pacificación del Perú durante el gobierno del presidente Fujimori. E idea y magnitud de lo que nos esperaba si triunfaba el terror entre 1990 y el 2000. Pero, lo más importante y revelador: saber que el peligro no ha pasado, que la amenaza no se ha extinguido y que hoy, el germen del totalitarismo encarnado en el Nuevo Sendero está allí, al acecho.
Vladimiro Montesinos Torres
Octubre 2009

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